BOOTLEGGERS es una de esas casualidades que suceden de forma completamente imprevista, y que juntan alrededor de un par de canciones a dos o tres personas, en una banda que nunca existió ni existirá jamás.


Rubén Hernández compuso tres canciones muy sencillas, con la intención de que su hijo Darío Hernández pudiera practicar un poco con la guitarra acústica que había sido su regalo de navidad, y ya de paso si le apetecía, escribiera un texto para las mismas y grabarlas en la intimidad de su estudio doméstico, «el Sibiyibi».



Darío se aplicó con la facilidad y el talento que ya había demostrado en ocasiones anteriores escribiendo alguna canción para THE CASSAVETES, y en un par de semanas, los textos estaban listos.



El resultado de las letras de las canciones sorprende. Tres canciones escritas en primera persona, con textos totalmente autibiográficos, en los que asume la personalidad de su padre. Darío escribe y pone en sus palabras, historias y relatos que el propio Rubén probablemente no abordaría. 



Sincero, conectadísimo con la asunción del papel de «songwriter», Darío Hernández nos revela una capacidad que esperamos ver cómo se desarrolla en futuros proyectos que podrían ser inminentes.


Más o menos así comenzó todo.



A los pocos días, RH vio una película sobre destiladores y contrabandistas de whisky durante la ley seca, que transportaban su propio licor a los clubes de Chicago, y de ahí vino el nombre.

Sin buscar cómplices tampoco, surgió la ayuda y colaboración de Javier Manrique de Lara a.k.a. «Felu», a los teclados, con quien RH ya había trabajado en el proyecto WELINDER, y la batería de Gonzalo López, con quien RH había grabado en el proyecto «Agente Pop» y en el proyecto «Thunderfellows» de los Hernández durante la pandemia del COVID-19. Susana Guerra también se animó y así, en un abrir y cerrar de ojos, se hicieron las canciones, trabajando por separado cada uno en su estudio y montando todo para las mezclas finales en «el Sibiyibi».



Iban a ser cuatro canciones, o al menos esa era la intención de RH, pero se dieron de nuevo un par de casualidades de las que RH no desaprovecha para entenderlas como «una señal»:



Una de las tardes en las que tuvo lugar el proceso de grabación de I COME AND GO y mientras hacía un descanso, RH escuchó el bandcamp de una joven artista y no pasó del tercer tema.

Entendió y dio a entender que, muchas veces, tres canciones son suficiente martirio para no querer volver a escuchar a una banda nunca más.



Más tarde, de nuevo en el estudio, y mientras grababa una de las guitarras acústicas que pretendía fundirse al final en un «face out» cometió un error al despistarse pensando en las musarañas.

De repente fue como si no estuviera allí, como si quisiera estar en otro sitio, pero el error quedó grabado y no quiso arreglarlo.



Con otra guitarra acústuca grabó otra toma, y al llegar al mismo momento, forzó un nuevo error, pero diferente. Más «imperdonable» incluso...
Y así también pidió a Felu que hiciera la mismo con el Hammond y un piano: cometer errores al final de la canción, y también al cantar, RH interrumpió el fraseo y mandó a la banda a callar. Si eres capaz de escuchar las tres canciones hasta el final, asistirás en persona a la disolución de una banda.



En ese mismo momento, BOOTLEGGERS dejó de existir.

Una banda invisible que nunca fue vista ni lo será.



Y estas cosas pasaron an algunos ratos entre enero y marzo de 2023, para publicarse en abril.




S. C. de Tenerife.
Islas Canarias.
Abril de 2023.